"Al llegar a la clínica conversé con la Doctora sobre el deseo de mejorar mi calidad de vida, ella me abrió un abanico de posibilidades para que esto sucediera, siempre pensando lo mejor para el paciente, o sea yo.
Sé que fue la mejor decisión que podía hacer tomado, porque en el transcurso de toda la terapia, he visto los resultados totalmente conforme con la decisión tomada. La Doctora Karin, aparte de ser una gran profesional implantóloga, es una persona muy humana y consciente, preocupada por la estética y la angustia que significa una cirugía de esta magnitud, porque debo mencionar que yo tenía un trauma con todo lo que significa sentarse en ese sillón.
Myriam Vargas Andrade